jueves, 15 de septiembre de 2011

VELANDO LOS PALOS

      Es la madrugada del 16 de Septiembre de 2011.
      No puedo dormir. Mi cabeza está en otro sitio. A 140 kilómetros de distancia.
      Me trasladó mentalmente a mi pueblo de origen paterno, Garaballa, y hay un notable bullicio. En el beile, como así se llama al salón de actos, el ambiente es de fiesta.
      Vicente Varea y toda su tropa de la comisión de fiestas no cesan en su labor para atender a todos los visitantes en una noche atípica que sólo llega cada siete años. Ellos atienden a los jóvenes del pueblo, y de otros cercanos, llegados para disfrutar de una noche de fiesta pero, a la vez, con la idea de no descansar para ver partir a la comitiva del traslado de la Virgen de Tejeda, la salida de la subida.
        Unos bailan, unos beben, unos hablan. Para algunos será su primera víspera del Septenario fuera de sus casas, de fiesta. Lo vivirán intensamente y, a buena fe, que lo recordarán toda su vida. Ellos disfrutan de una fiesta que acabará llegada el alba. Ahora con la luna, casi llena, muchos levantan la mirada en Garaballa pero cuando anochezca la levantarán de nuevo en Moya. Es la noche de la víspera del inicio del momento mágico, del LIV Septenario. Un evento que no por menos esperado menos añorado.
       La Virgen de Tejeda, la Perla del Marquesado de Moya, ya está en su sitio. A escasa distancia de los peldaños del altar mayor. En su trono-anda de color plata. Ya tiene colocado ese manto rojo que un devoto ha donado porque un día, hace siete años, le prometió confeccionarselo y se lo colocaran para la subida, para tu nueva subida a Moya. Él y su familia ha cumplido pero para quien se pidió el favor se marchó. Ella desde allá arriba descansará porque también te tenía devoción. Ellos te seguirán hoy por el Camino de Landete, el que va a parar a Moya. El Camino de Moya. Moya, la gran villa con cuatro barrios: El Arrabal, mi otro lar de origen materno de donde mis antecesores partieron un día hacia Manzaneruela, la aldea de Landete; Santo Domingo de Moya, La Casa de Pedro Izquierdo y Los Huertos.
       Pero ese momento mágico se vive con especial intensidad en otras casas. En los edificios de Landete, de Santo Domingo de Moya y de Los Huertos donde viven LOS DANZANTES. Son ocho casas sagradas en está noche. Nada ni nadie las tocara. Hoy la Virgen de Tejeda las protege para que ellos estén tranquilos. Para que nada ni nadie les moleste.

    Cada uno de ellos tiene el espiritu de los anteriores 424 danzantes. Son las piedras angulares de una tradición. Sus madres y padres, moyanos todos, apenas pueden pegar ojo. A las cinco de la mañana tocarán los despertadores y se alzarán. Vestirán enaguas y faldas, y un calzado sencillo de   campo. Se colocarán las cintas en la cabeza y se pondrán la banda, quizás la madre o el padre les ayuden. Para ellos también es un momento especial. Y cuando terminen partirán desde ocho lugares distintos para converger en uno: el Santuario de Nuestra Señora de Tejeda.


Sus nombres son Jesus Montero, Pablo Montero, Vicente Alemán, Antonio Donato y Álvaro García, de Santo Domingo de Moya; Alberto Álvarez de Los Huertos y Oscar Pérez y Gonzalo López de El Arrabal. Tienen entre 17 y 24 años. Y todos tienen algo en común: el amor por su tierra, Moya; las ganas y el ahínco de mantener viva una tradición centenaria, la de ser danzantes, y la devoción a la Virgen de Tejeda. Ellos danzarán como los primeros los bailes del paloteo bajo los nombres de el Baile, El Cangrejo, La Zamoranilla y Los Palos. 


Cierto es que el maestro Constancio, con 82 años a sus espaldas, y Javi Sáez, su fiel escudero y ayudante en estos días también acudirán pero está noche es la noche de los ocho.

Para ellos supone una gran responsabilidad. Ellos serán al alba MOYA VIVA. Suerte de verdad en este vuestro LIV Septenario. Sed fieles a la historia. Sed fieles a vuestra sangre moyana. Sed fieles, en resumen, a vuestro corazón y a vuestros ideales por los cuáles escribisteis vuestros nombres el 7 de junio en Moya. Ahora ya sois historia. Y en el camino no desfallezcáis. Será duro. Lo imagináis pero no lo sabéis con certeza pero ella os acompaña, os anima.

Al alba desenfundaréis las castañuelas y os las pondréis en vuestras manos. Las apretaréis con fuerza para cantarle para decirle. Es tu turno Virgen de Tejeda. Vente te llevamos a Moya. Y luego empuñaréis los palos, esos palos que son el DNI del danzante, esos que os entregaron en la plaza de Moya. Agarradlos con fuerza y pegad fuerte.
Tendréis a vuestro lado a 20 ángeles y una reina, son vuestras damas y reina. Para ellas también es una noche especial porque allá donde vayaís ellas os seguirán y a vuestra señal estarán a vuestro lado. Damas, grandes e infantiles, reina del LIV Septenario, y aquellas reinas que hagaís el camino, como la del pasado o la de 1983. Sed las fieles escuderas de quienes son la HISTORIA VIVA DE MOYA. Desde 21 lugares partireís para llegar a un sitio.
Y danzantes, damas y reina. Pensad una cosa. Veréis miles de personas en la comitiva pero otros muchos miles os seguirán. No los veréis. Son aquellos que están en el cielo. Que se marcharon pero cada 16 de septiembre vuelven a congregarse en el Prado del Convento de Garaballa. Ellos marcan también el camino. Y otros, como el que suscribe, mira con rabia hacia arriba desde Valencia, desde este ordenador frío, y os pide: acordaros de aquellos que, por diversas circunstancias, no podemos estar en vuestro caminar hacia Moya y decidle: TODOS ESTÁN CONTIGO.
Suerte a todos.
POR MOYA

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