miércoles, 24 de agosto de 2011

SER DE MOYA

Moya es una población conquense que en su día fue fortaleza medieval, tierra de musulmanes y cristianos y cruce de reinos. Hoy día parece renacer poco a poco bajo la mirada de sus pobladores residentes en Santo Domingo, Los Huertos, La Casa de Pedro Izquierdo y Los Huertos que ¨resucitan¨cada siete años con la celebración de los llamados ¨ Septenarios ¨, que son los actos celebrados en su cima bajo la presidencia de la una de las imagenes marianas de honda devoción en numerosos lugares de España, la Virgen de Tejeda. La Reina del Marquesado de Moya vive durante nueve días en la Iglesia de Santa María la Mayor supliendo durante ese tiempo a su templo sito en el Monasterio de Tejeda, en la localidad de Garaballa. Y esto es precisamente lo que sucederá entre el 16 y el 26 de septiembre, el LIV Septenario de Moya.

He querido hacerles éste pequeño preámbulo para disertales sobre una tierra espectácular, sobrecogedora, enigmática y que se deja querer. Les digo una cosa. Si nunca han ido y van les aseguro que volverán y si han estado pues que les voy a contar.
Sus rincones están inmersos en la comarca de la Serranía Baja conquense y sus terrenos no están desarrollados turísticamente bien por la desidia de sus dirigentes políticos, porque quien no llora no mama, o bien por la dejadez de otros responsables de la ¨capital¨ de la provincia o de ¨Toledo¨. Sea lo que fuere sólo la iniciativa de algunos han posibilitado que el nombre de Moya y poblaciones de la Serranía se escuche por otros espacios. Sea pues mi agradecimiento para estos emprendedores como Tierras de Moya, El Rincón de Tejeda o las casas rurales de otras poblaciones como Talayuelas, Landete o Aliaguilla. Sin su esfuerzo quizás la llama de la supervivencia para muchos se hubiera apagado.
MOYA está a pocos metros de la provincia de Teruel, desde arriba en días claros se puede ver Javalambre; de la de VAlencia con Tuéjar a poca distancia y la zona de Ademuz y a sus espaldas, al Oeste, montes la protegen de núcleos de Funtelespino de Moya o Campillos de Paravientos.
Pues bien esa llama está ahora en aumento debido al esfuerzo de la COMISIÓN DE FIESTAS DEL LIV SEPTENARIO DE MOYA donde un grupo de 25 personas lleva trabajando desde hace meses en la organización, desarrollo y celebración de las fiestas que convocan no sólo a los vecinos de esa zona sino del antiguo Marquesado de Moya, propiedad en su día de la Casa de Alba.
El grupo de la comisión lo integran gentes de todas las edades pero me ha llamado la atención, y con el permiso de los demás, la participación de jovenes que en su día fueron danzantes y damas de otros septenarios, como Yolanda Villanueva, las hermanas Sánchez y otras más y jóvenes como Javi Sáez, Luis Selfa o Raúl Turegano y si me dejo alguno disculpeme.
Ellos son quienes ahoran empujan con ganas e ideas y las puestas en común. Con dificultades como todos para llevar a cabo sus pretensiones porque en un mundo como el de hoy es encomiable cambiar ideas y poner en marcha otras pero son, quieran o no reconocerlo otros, el futuro de una fiesta que debe dar paso a otras.
Van y vienen; escuchan y trabajan, bajan la cabeza en momentos o la suben con orgullo en otras. Todo por un fin. Conservar la tradición de una zona donde esa labor es ardua. Y además, por tener en ¨ vida ¨a Moya y defender la recuperación de esa gran mole de tierra surgida de las entrañas de una tierra de grandes hombres.
Ellos deberían tomar el relevo en la Asociación de Amigos de Moya, colectivo que ha logrado con el paso de los años mantener viva la historia y nombre de esa gran fortaleza, con cuyos proyectos y componentes y, lentamente, han visto como se alzaban y se recuperaban las puertas de la fortaleza; las del ayuntamiento, de la iglesia y del Convento.
Los jóvenes deben estar y quienes han estado hasta ahora deben permanecer en un segundo plano.
Pero Moya no sería Moya ni su Septenario esa gran celebración sin sus Danzantes. Ese grupo de ocho jóvenes que mantienen viva una tradición centenaria de rendir culto y baile a la Virgen de Tejeda desde Garaballa a Moya y desde Moya a Garaballa. Aparecen cada siete años y son hijos de la tierra. Ellos llevan en sus sangre el sentimiento moyano sean de Landete, Garaballa, Fuentelespino, Santo Domingo o Santa Cruz de Moya pero, permitáme, se ha de ser de sangre moyana para llevarla bien dentro.
Los ocho de trajes blancas y cintas trinitarias, rojas y azules, han vuelto a la vida y llevan ya másde 20 días ensayando las antiguas danzas, el Paloteo, el Baile, El Cangrejo, que todo el mundo respeta y canturrea. Ellos velan ya armas para su presentación oficial el 10 de septiembre en la iglesia de Santa María la Mayor de Moya. Ellos son Alberto Alvárez Marín, Alváro García Escutía, Antonio Donato Valverde, Gonzalo López Defez, Jesús Montero Martín, Óscar Pérez Millán, Pablo Montero Oviedo y Vicente Alemán Folgado, bajo la batuta del maestro Constancio Sáez, que a sus 82 años sigue en pie con ellos impartiendo sus conocimientos y yendo con ellos. Varios son los danzantes de otros septenarios que le acompañan, como Javi Sáez Argudo, mis respetos Javi que sólo saben escribirse con respeto moyano, danzante del LIII septenario y nieto del maestro Antonio Sáez. Hoy día un maestro, de letras es y moyano, los coordina, Julio Sánchez, quien tiene una web la mar de interesante de la zona pero mejorable.
Y de las damas y reina les hablaré otro día.
Para quienes no me conozcan les diré que con orgullo llevo sangre moyana en mis venas, quizás por eso tanto apego a estas tierras. Procedo de El Arrabal de donde era mi bisabuela llamada María Rosa. Aún queda familia en ese gran espacio de la falda de la montaña moyana pero como dijo una de ellas es lejana pero esa lejanía depende siempre del trato, de la familiaridad y de como seamos las personas. Y ellos son cercanos, tratables y buena gente, son moyanos.


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